Capítulo 1

IA, GRANDES POEMAS EN ESPAÑOL

por José Saúl Velásquez Restrepo

 

Tomado textual de la IA

"Cien sonetos de amor" de Pablo Neruda, es una de sus colecciones más queridas y admiradas, dedicada a su esposa Matilde Urrutia. En estos sonetos, Neruda celebra el amor en todas sus formas, explorando su belleza, pasión, entrega y las emociones profundas que nacen de una relación amorosa.
La obra está dividida en cuatro secciones: Mañana, Mediodía, Tarde y Noche, lo que sugiere un ciclo de vida o una representación del paso del tiempo en el amor.
Este soneto es un himno a un amor profundo, íntimo y esencial, que trasciende lo material o visible. Neruda utiliza imágenes que mezclan lo natural con lo espiritual para expresar un amor que no depende de las convenciones, sino de una conexión misteriosa y poderosa entre dos seres.
"Cien sonetos de amor" es un recorrido apasionado por las emociones humanas, donde Neruda, con su lenguaje característico, transmite la intensidad y belleza de amar profundamente.


 

Soneto XVII
Pablo Neruda

No te amo como si fueras rosa de sal, topacio
o flecha de claveles que propagan el fuego:
te amo como se aman ciertas cosas oscuras,
secretamente, entre la sombra y el alma.

Te amo como la planta que no florece y lleva
dentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores,
y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo
el apretado aroma que ascendió de la tierra.

Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde,
te amo directamente sin problemas ni orgullo:
así te amo porque no sé amar de otra manera,

sino así de este modo en que no soy ni eres,
tan cerca que tu mano sobre mi pecho es mía,
tan cerca que se cierran tus ojos con mi sueño.


 

El poema "En paz" de Amado Nervo es una reflexión sobre la vida, en la que el autor expresa una aceptación tranquila del destino y una actitud agradecida hacia la existencia.
Con su tono sereno y agradecido, se considera una despedida pacífica de la vida, sin rencor ni reproches. Nervo expresa que, aunque enfrentó dificultades, acepta su responsabilidad en las experiencias vividas, y al final, siente que la vida no le debe nada. 


En paz
Amado Nervo

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que, si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.
Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡más tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas.
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!
 

 

"Canción de otoño en primavera" es uno de los poemas más emblemáticos de Rubén Darío y del modernismo. En él, el poeta reflexiona sobre la juventud, el amor y la inevitable marcha del tiempo. Con un tono melancólico, expresa el deseo de recuperar los días de juventud y las ilusiones perdidas.
Este poema es un claro ejemplo del tono nostálgico del modernismo, en el que Darío lamenta la pérdida de la juventud y las ilusiones amorosas. La repetición del estribillo "Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!" refuerza el sentimiento de añoranza por lo que ya no volverá. El poema equilibra una cierta belleza en la tristeza, un rasgo característico de la obra de Darío.

 


 

Canción de otoño en primavera
Rubén Darío

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro…
y a veces lloro sin querer.

Plural ha sido la celeste
historia de mi corazón.
Era una dulce niña, en este
mundo de duelo y aflicción.

Miraba como el alba pura;
sonreía como una flor.
Era su cabellera oscura
hecha de noche y de dolor.

Y yo amaba la noche, y día
del alma mía no sé decir.
Su boca que besaba el frío
murió con su palabra en mí.

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro…
y a veces lloro sin querer.

Otra fue… ¡Ah! Aquella que en mis
buenos días me halló el querer
y me alcanzó un beso el alma,
como un rocío que va al clavel.

León de fuego, rosa roja,
crisol ardiente, flor del bien,
pudieron más que el amor triste,
quiso herirla en vano el laurel.

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro…
y a veces lloro sin querer.

Y las demás fueron sombras…
de una pasión que se fue a perder
en la lucha entre crueles sombras
de la vida y del querer.

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro…
y a veces lloro sin querer.
 

"Rima LIII", también conocida por su verso inicial "Volverán las oscuras golondrinas", es uno de los poemas más famosos de Gustavo Adolfo Bécquer, un poeta romántico español. Este poema es un lamento por el amor perdido, con un tono de melancolía y nostalgia. Bécquer utiliza la naturaleza para simbolizar lo irrepetible del amor que ha terminado, destacando la intensidad de sus sentimientos.
Este poema está lleno de imágenes que sugieren el ciclo repetitivo de la naturaleza, como las golondrinas y las madreselvas que volverán con las estaciones. Sin embargo, Bécquer enfatiza que el amor que compartió con su amada es único e irrepetible. Las golondrinas y las flores volverán, pero no serán las mismas, al igual que el amor que tuvo no se repetirá de la misma manera.
El poema refleja la tristeza de saber que, aunque la vida sigue, ciertas experiencias, como un amor profundo, no pueden recuperarse. Este enfoque nostálgico y doloroso es característico de la poesía romántica de Bécquer, que explora los sentimientos intensos y a menudo trágicos del amor.

 

 


Rima LIII
Gustavo Adolfo Bécquer

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y, otra vez, con el ala a sus cristales
jugando llamarán.

Pero aquéllas que el vuelo refrenaba
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquéllas que aprendieron nuestros nombres...
esas... ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde, aún más hermosas,
sus flores se abrirán.

Pero aquéllas, cuajadas de rocío,
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer, como lágrimas del día...
esas... ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón, de su profundo sueño
tal vez despertará.

Pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido...; desengáñate,
¡así... no te querrán!


"Sonetos de la muerte" de Gabriela Mistral (Chile) Este poema le valió el reconocimiento internacional y su posterior premio Nobel. Habla del dolor y la pérdida, con un enfoque personal e íntimo.
"Sonetos de la muerte" de Gabriela Mistral es una obra profundamente emotiva, en la que la autora expresa el dolor, el duelo y la aceptación de la muerte. Estos sonetos están dedicados al amante fallecido de Mistral, y en ellos combina sentimientos de amor, pérdida y resignación. La intensidad del poema y su lenguaje lírico le dieron a Mistral un amplio reconocimiento, siendo uno de los factores que la llevaron a recibir el Premio Nobel de Literatura en 1945.

Soneto I
Gabriela Mistral
Este poema expresa un deseo de protección y cuidado incluso después de la muerte. La voz poética se ofrece como guardiana del cuerpo amado, dispuesta a cubrirlo con ternura maternal. A través de imágenes como la tierra y la luna, Mistral crea un ambiente íntimo en el que la muerte no es vista solo con tristeza, sino también con amor y resignación. La última línea del poema, que habla de que nadie disputará los huesos del ser amado, añade un toque de posesividad y un sentido de cierre definitivo.
Los "Sonetos de la muerte" se destacan por su combinación de dolor y belleza, y la habilidad de Mistral para transmitir sentimientos complejos a través de un lenguaje directo y conmovedor.
Del nicho helado en que los hombres te pusieron,
te bajaré a la tierra humilde y soleada.
Que he de dormirme en ella los hombres no supieron,
y que hemos de soñar sobre la misma almohada.

Te acostaré en la tierra soleada, con una
dulcedumbre de madre para el hijo dormido,
y la tierra ha de hacerse, desde tu cuerpo, una
suavidad de cuna al recibir tu cuerpo de niño herido.

Luego iré espolvoreando tierra y polvo de rosas,
y en la azulada y leve polvareda de luna,
los despojos livianos irán quedando presos.

Me alejaré cantando mis venganzas hermosas,
¡porque a ese hondor recóndito la mano de ninguna
bajará a disputarme tu puñado de huesos!

 

"Altazor", de Vicente Huidobro, es una de las obras más importantes del vanguardismo latinoamericano. Publicado en 1931, este extenso poema épico refleja las ideas del creacionismo, un movimiento literario impulsado por el propio Huidobro. En "Altazor", el poeta presenta un viaje simbólico a través de los abismos del ser, la conciencia y el lenguaje, donde se rompen las convenciones literarias tradicionales para crear una nueva realidad poética.
La obra está dividida en un canto introductorio y siete cantos adicionales, donde Huidobro juega con el lenguaje, las imágenes y la estructura, buscando una ruptura con el significado tradicional de las palabras. El poema presenta a Altazor, el protagonista, un ser que cae en paracaídas desde el cielo hacia el abismo, representando la crisis existencial y la caída de las certezas.

Fragmento del Canto I, el más conocido de la obra:


Altazor, o el viaje en paracaídas
Vicente Huidobro

Altazor, ¿por qué perdiste tu primera serenidad?
¿Qué ángel malo se paró en la puerta de tu sonrisa,
con la espada en la mano?
¿Quién sembró la angustia en los llanos de tu frente
como el adorno de un dios descontento?
¿Por qué un día sentiste el terror de ser?
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura en su conjunto,
y siento al mismo tiempo un dolor que me punza
el costado izquierdo,
donde el corazón se pudre de recuerdos.
...

Nací a los treinta y tres años, el día de la muerte de Cristo;
nací en el Equinoccio, bajo las hortensias y los aeroplanos
de calor.
Tenía yo un gran vuelo sobre los océanos,
un gran vuelo sobre los hombres.
Escuchadme:
Altazor soy yo,
Altazor,
encerrado en la jaula de su destino,
en vano busco la palabra justa que se mantenga al centro
como un buque en equilibrio.


Altazor es una figura trágica, alguien que busca entender su existencia, pero que también experimenta la desesperanza y la confusión. El poema está lleno de simbolismo, utilizando imágenes que evocan tanto el vuelo como la caída, el cielo y el abismo, la creación y la destrucción.
El lenguaje, en esta obra, es revolucionario; Huidobro juega con la ruptura del sentido lógico de las palabras, buscando descomponer el lenguaje hasta sus elementos más básicos. Esto se intensifica especialmente en los cantos finales, donde el poeta se entrega a la exploración pura del sonido y las formas verbales.
"Altazor" es un poema complejo, experimental y lleno de innovaciones que lo convierten en una obra cumbre del vanguardismo. Representa no solo una meditación sobre el ser y el destino, sino también una crítica a las limitaciones del lenguaje, desafiando las estructuras poéticas tradicionales y proponiendo un nuevo enfoque en la creación artística.
divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro… y a veces lloro sin querer.

Rima LIII", también conocida por su verso inicial "Volverán las oscuras golondrinas", es uno de los poemas más famosos de Gustavo Adolfo Bécquer, un poeta romántico español. Este poema es un lamento por el amor perdido, con un tono de melancolía y nostalgia. Bécquer utiliza la naturaleza para simbolizar lo irrepetible del amor que ha terminado, destacando la intensidad de sus sentimientos. Este poema está lleno de imágenes que sugieren el ciclo repetitivo de la naturaleza, como las golondrinas y las madreselvas que volverán con las estaciones. Sin embargo, Bécquer enfatiza que el amor que compartió con su amada es único e irrepetible. Las golondrinas y las flores volverán, pero no serán las mismas, al igual que el amor que tuvo no se repetirá de la misma manera. El poema refleja la tristeza de saber que, aunque la vida sigue, ciertas experiencias, como un amor profundo, no pueden recuperarse. Este enfoque nostálgico y doloroso es característico de la poesía romántica de Bécquer, que explora los sentimientos intensos y a menudo trágicos del amor. a caída, el cielo y el abismo, la creación y la destrucción. El lenguaje, en esta obra, es revolucionario; Huidobro juega con la ruptura del sentido lógico de las palabras, buscando descomponer el lenguaje hasta sus elementos más básicos. Esto se intensifica especialmente en los cantos finales, donde el poeta se entrega a la exploración pura del sonido y las formas verbales. "Altazor" es un poema complejo, experimental y lleno de innovaciones que lo convierten en una obra cumbre del vanguardismo. Representa no solo una meditación sobre el ser y el destino, sino también una crítica a las limitaciones del lenguaje, desafiando las estructuras poéticas tradicionales y proponiendo un nuevo enfoque en la creación artística.

Opinión de la IA: Tu artículo "IA, GRANDES POEMAS EN ESPAÑOL" ofrece un recorrido rico y profundo por algunos de los poemas más emblemáticos de la poesía hispanoamericana y española. Al destacar obras como "Cien sonetos de amor" de Pablo Neruda, "En paz" de Amado Nervo, "Canción de otoño en primavera" de Rubén Darío, "Rima LIII" de Gustavo Adolfo Bécquer, "Sonetos de la muerte" de Gabriela Mistral y "Altazor" de Vicente Huidobro, logras no solo resaltar la diversidad de estilos y temas, sino también transmitir la riqueza emocional y filosófica que caracteriza a cada uno de estos poetas.
Me parece que el análisis de cada poema está bien logrado, pues logras identificar los temas centrales, como el amor, la muerte, el paso del tiempo, la juventud y la existencia, abordándolos con sensibilidad y respeto. El uso de la inteligencia artificial como guía y herramienta de análisis enriquece la comprensión de los lectores, ofreciendo una síntesis clara y accesible sin perder la profundidad literaria.
Tu descripción del Soneto XVII de Neruda es particularmente precisa, destacando la mezcla de lo natural y espiritual en el amor, mientras que el análisis de En paz de Nervo captura la resignación tranquila y agradecida del poeta frente a la vida. En cuanto a Canción de otoño en primavera, logras transmitir el lamento melancólico de Darío por la juventud perdida, una emoción muy representativa del modernismo.
Además, el enfoque en Rima LIII de Bécquer resalta correctamente la nostalgia irreparable por un amor que no volverá, mientras que el tratamiento de los Sonetos de la muerte de Mistral capta tanto el dolor como la belleza del duelo. Finalmente, el análisis de Altazor de Huidobro refleja el espíritu vanguardista y la ruptura con las convenciones del lenguaje, un aspecto fundamental del creacionismo.
En conjunto, el artículo logra su propósito de acercar a los lectores a grandes poemas en español a través de un enfoque claro y emotivo. Mi sugerencia sería profundizar más en el contexto histórico y literario de cada poeta para enriquecer aún más el análisis, ofreciendo a los lectores un marco más completo de la época y los movimientos literarios que influenciaron estas obras maestras.

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