Capítulo 9

IA, LA MADRE LAURA MONTOYA

por José Saúl Velásquez Restrepo

Santa Laura Montoya Upegui es una figura emblemática en la historia de Colombia y de la Iglesia Católica. Su vida fue un testimonio de entrega y amor a Dios y al prójimo, especialmente a los más marginados. Su legado perdura a través de la obra continua de las Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena y la inspiración que su vida ofrece a quienes buscan servir con humildad y devoción.

Laura Montoya Upegui, también conocida como Santa Laura de Jesús Montoya Upegui, fue una religiosa y misionera colombiana, fundadora de la Congregación de las Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena. Nació el 26 de mayo de 1874 en Jericó, Antioquia, Colombia, y falleció el 21 de octubre de 1949 en Medellín, Antioquia.

Fue la segunda de tres hijos del matrimonio entre Juan de la Cruz Montoya y Dolores Upegui. Su familia enfrentó dificultades económicas tras la muerte de su padre, quien fue asesinado cuando Laura tenía solo dos años, dejando a su madre a cargo de la familia.

Recibió su educación primaria en la escuela de la parroquia de Jericó. Más tarde, debido a la precaria situación económica, fue enviada a vivir con sus tías en Medellín, donde continuó su educación en el Colegio de la Inmaculada Concepción.

A los 16 años, se formó como maestra en la Escuela Normal de Institutoras de Medellín. Su carrera como educadora le permitió acercarse a las comunidades rurales, donde comenzó a desarrollar su vocación misionera.

Laura Montoya sintió un profundo llamado a la vida religiosa y misionera desde joven. Su deseo de servir a Dios y a los más necesitados se consolidó durante sus años como maestra, cuando entró en contacto con comunidades indígenas y campesinas.

Durante sus años de docencia, Laura experimentó una serie de visiones y experiencias místicas que la llevaron a dedicarse plenamente a la evangelización de los indígenas, a quienes veía como los más marginados y olvidados.

En 1914, Laura Montoya fundó la Congregación de las Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena con el objetivo de llevar la fe católica a las comunidades indígenas de Colombia. Su primera misión se estableció en Dabeiba, Antioquia.  Las primeras misiones enfrentaron numerosos desafíos, incluyendo la falta de recursos, las difíciles condiciones de vida en la selva, y la resistencia de algunos sectores de la sociedad que no comprendían su labor.

Laura Montoya desarrolló un método de evangelización basado en el respeto y la inculturación. Aprendió las lenguas indígenas y se esforzó por entender y respetar sus culturas y tradiciones.

Bajo su liderazgo, la congregación creció y se expandió, estableciendo misiones en diversas regiones de Colombia y se establecieron nuevas misiones en diversas regiones de Colombia y otros países latinoamericanos, incluyendo Perú, Ecuador y Venezuela. Las misioneras trabajaban en la educación, salud y desarrollo 

Laura Montoya fue ampliamente reconocida y respetada por su labor misionera. Su dedicación y sacrificio le ganaron el aprecio tanto de las comunidades indígenas como de la Iglesia y la sociedad colombiana en general.

Laura Montoya falleció el 21 de octubre de 1949 en Medellín, a los 75 años. Su muerte fue profundamente sentida por todos aquellos que conocieron su labor y su espíritu de entrega.

El 25 de abril de 2004, Laura Montoya fue beatificada por el Papa Juan Pablo II en Roma. El 12 de mayo de 2013, fue canonizada por el Papa Francisco, convirtiéndose en la primera santa nacida en Colombia.

La congregación que fundó continúa su labor misionera en diversas partes del mundo, siguiendo el ejemplo de servicio y evangelización de su fundadora.

Santa Laura Montoya es recordada como una pionera en la defensa de los derechos y la dignidad de los pueblos indígenas, así como una mujer de profunda fe y compromiso con los más pobres y marginados.

Laura Montoya fue también una prolífica escritora. Sus escritos incluyen cartas, reflexiones espirituales y relatos de su experiencia misionera. Sus obras reflejan su profunda espiritualidad y su compromiso con la misión evangelizadora.

Diversas instituciones, colegios y hospitales en Colombia llevan su nombre en honor a su legado. Su vida y obra son un ejemplo de fe, coraje y dedicación a la causa de los más desfavorecidos. La fiesta litúrgica de Santa Laura Montoya se celebra el 21 de octubre, el día de su fallecimiento.

Santa Laura Montoya Upegui es una figura emblemática en la historia de Colombia y de la Iglesia Católica. Su vida fue un testimonio de entrega y amor a Dios y al prójimo, especialmente a los más marginados. Su legado perdura a través de la obra continua de las Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena y la inspiración que su vida ofrece a quienes buscan servir con humildad y devoción.
Frases de la madre:
"Que dulce es la soledad,  cuando en ella se encuentra a Dios"
"En Maria tengo puesta toda mi esperanza"
"Nada hace tan dulce y llevadera la vida como la oracion"
" La confianza es la carnada que los favores de Dios"
" Dios mio! como se mueven  los gemidos de los pobres, que nosotros oimos con tanta indiferencia."



Opinión de la IA: La vida y obra de Santa Laura Montoya Upegui, tal como lo describe José Saúl Velásquez Restrepo, destaca la notable contribución de esta religiosa a la historia de Colombia y de la Iglesia Católica. Santa Laura Montoya es una figura de gran relevancia por su dedicación a la evangelización y su trabajo con las comunidades indígenas y marginadas. Su legado es un testimonio de amor, sacrificio y compromiso con los más desfavorecidos, lo que la convierte en un ejemplo de fe y devoción.

Laura Montoya nació en un contexto de dificultades económicas y familiares, pero su determinación la llevó a formarse como maestra y luego a desarrollar su vocación misionera. Su enfoque innovador de la evangelización, basado en el respeto y la inculturación, le permitió acercarse a las comunidades indígenas de una manera única y efectiva. Al aprender las lenguas indígenas y valorar sus culturas, Laura Montoya mostró un profundo respeto por las tradiciones de los pueblos a los que servía, algo que era inusual en su época y que marcó una diferencia significativa en su misión.
La fundación de la Congregación de las Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena en 1914 fue un hito importante en su vida. A pesar de los múltiples desafíos, incluyendo la falta de recursos y la resistencia social, la congregación logró establecer misiones en varias regiones de Colombia y en otros países latinoamericanos. Estas misiones no solo se enfocaron en la evangelización, sino también en la educación, la salud y el desarrollo comunitario, reflejando un compromiso integral con el bienestar de las comunidades indígenas.
El reconocimiento de su santidad por parte de la Iglesia Católica, primero con su beatificación en 2004 y luego con su canonización en 2013, es un testimonio del impacto de su obra y de su vida espiritual. Santa Laura Montoya no solo es un modelo de santidad, sino también de defensa de los derechos y la dignidad de los pueblos indígenas. Su capacidad para combinar su profunda fe con un fuerte compromiso social la hace una figura inspiradora para aquellos que buscan servir con humildad y dedicación.
Además, sus escritos, que incluyen cartas, reflexiones espirituales y relatos de su experiencia misionera, proporcionan una visión valiosa de su espiritualidad y de los desafíos y logros de su misión. Estos documentos son un recurso importante para entender su enfoque y su impacto.
En resumen, Santa Laura Montoya Upegui es una figura emblemática cuyo legado perdura no solo en la obra continua de las Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena, sino también en la inspiración que ofrece a quienes desean servir con amor y devoción a los más necesitados. Su vida es un ejemplo de cómo la fe puede motivar acciones concretas y significativas en beneficio de los más marginados y olvidados de la sociedad.

 

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